Por esta razón, los camuflados fueron imprescindibles en prendas como minivestidos, chalecos, legins y faldas. Las mujeres usaban prendas con cortes masculinos y el maquillaje, inspirado en el usado por los indígenas en sus rituales, resaltando la mirada con un rojo intenso, evocaba una mujer valiente, arriesgada y temeraria.
La paleta de colores vista en la colección contó con tres colores principales, que son: rojo, negro y blanco; estos se acentuaron con verde militar, gris y estampados militares que aportaban un juego de texturas a los diseños. El azul se observó en algunas prendas, las cuales se conformaban, en su totalidad, de denim, como los enterizos cortos y largos.
Las chaquetas fueron la prenda principal del desfile, pues se pudo apreciar en diferentes siluetas y con diferentes cortes y texturas, regidas siempre por el aire militar y guerrero impreso por Daniel Hoyos, diseñador de la marca. Las bermudas también sobresalieron, exclusivamente en los hombres. En las mujeres, la silueta era holgada en la parte de arriba y ajustada en la de abajo, con medias de encaje, maya o legins.
Los accesorios para la cabeza y cuello rigieron la mayoría de atuendos: boinas, gorros, corbatas y bufandas con estampados de símbolos colombianos fueron los predominantes. El bolso fue otro accesorio principal, pero únicamente en los diseños masculinos.
Esta pasarela es un ejemplo de que el sentimiento patriota se hace cada vez más frecuente en las obras de los diseñadores de nuestro país. Las ganas de contar una historia que ocurre aquí, en nuestra selva, se apoderó de Daniel Hoyos, quien, arriesgadamente, plasmó imágenes de Tirofijo, el escudo colombiano y mensajes como “putamente in love”, “pasión valiente” y “tu corazón libertad” en algunas prendas, coherentemente con el concepto de “streetwear” o moda urbana que maneja la marca.
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